La esperanza es una estrategia
En 1999 los misioneros claretianos establecieron una misión en Ciudad Juárez, una ciudad mexicana fronteriza muy dura, de un millón y medio de habitantes, al otro lado del río de El Paso, Texas. El área de Tierra Nueva fue construida alrededor de las fábricas maquiladoras propiedad de compañías norteamericanas y europeas. Las maquiladoras son lugares donde se ofrece trabajo a los mexicanos en el paro. Muchos trabajadores habían perdido su anterior puesto de trabajo porque algunos compañías se habían marchado a centros industriales en Asia, donde la mano de obra es más barata incluso que en México.
Los mexicanos en busca de un futuro mejor continúan llegando, y los claretianos continúan sirviéndolos. Hoy en día, la parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza tiene más de 50.000 feligreses, y continúa creciendo.
“Simplemente buscar un lugar donde los feligreses se puedan reunir es un reto”, explica el padre claretiano Gabriel Ruiz.
No es inusual ver a un claretiano liderando una oración en una pequeña plaza pública. “Traemos el altar con nosotros”, dice Manuel Villalobos Mendoza, C.M.F.
“Los claretianos responden a la realidad de la gente conforme a los valores del evangelio”, dice el P- Ruiz, “lo que significa que debemos responder a las necesidades físicas, emocionales y espirituales de la gente.” Durante la misa en Nuestra Señora de la Esperanza, comida para los hambrientos es ofrecida junto con los dones del pan y el vino. Los pobres comparten con los pobres.
La parroquia estableció una Oficina de Derechos Humanos como respuesta a la violencia contra las mujeres que plaga a Ciudad Juárez. Más de 300 mujeres han sido asesinadas en la última década.
Como explica un ministro laico, “Respondemos a la crisis actual un funeral, una familia sin comida, un intento de suicidio u otra mujer desaparecida. Nuestro trabajo es caminar con estas gentes a través de la complejidad de sus vidas y de ofrecerles esperanza.”